El Delta del Orinoco

Los waraos

Un warao no puede estar sin su curiara. La podemos encontrar en su mitología apareciendo con el primer antepasado haburí quien, tras su viaje en el Delta se se transforma en diosa del sol naciente, la serpiente Daurani. Estas embarcaciones se hacen a partir de un solo tronco cavado y quemado por dentro con el fin de abrirlo y estirar sus lados.

 Los warao son de mediana estatura, robustos y generalmente lampiños. Dado que viven sobre el agua, no le dan mucha importancia a su vestimenta Es por eso que anteriormente utilizaban el guayuco, fabricado con fibras de palma de curagua (Bromelia fastuosa) o con un pedazo de tela de entre 12 a 15 cm, la cual pasan entre sus piernas y dejan caer al frente como un delantal. Las mujeres generalmente los decoran con perlas y plumas de colores destellantes y con las fibras de curagua, se ornamentan brazos y piernas con pulseras bien apretadas.

La economía de los warao está basada en la caza, la pesca y la recolección de frutos silvestres y cangrejos en el período de sequía. A pesar de ser el Delta rico en estos recursos, el pueblo warao es un pueblo sedentario, que vive también de la explotación de la madera y del comercio de artesanía. La agricultura, aunque parezca extraño, se practica en forma de conuco. Allí cosechan la yuca con la cual preparan distintos alimentos incluidos el casabe y una bebida bien particular fermentada por la saliva, el paiwari.

En las zonas pantanosas, desperdigadas en el agua salada, crecen grandes palmas: el moriche (Mauritia Flexulosa) que es fundamental para la subsistencia de los indígenas. Del centro de su tronco, extraen la harina yurima con la que preparan un pan que utilizan para ofrecer en ciertos rituales. Con sus hojas hacen los techos de sus casas, sus utensilios, herramientas de trabajo y artesanía. También se alimentan del fruto de estas palmas y de las larvas que las habitan.

Los warao se agrupan en subtribus de carácter endogámico. Estos pequeños pueblos están dirigidos por un anciano, el "gobernador", acompañado de un "capitán" y de un "fiscal" (denominaciones heredadas de los criollos) cuyos papeles principales son la organización tanto del trabajo comunal como de los eventos culturales y tradicionales. Estos títulos se asignan esencialmente a los hombres mientras que dentro del hogar, la autoridad y la organización es matriarcal.

El núcleo familiar sigue siendo la unidad socioeconómica y gira en torno a la mujer más vieja de la casa. Generalmente es  la mujer, en la pareja, quien administra la economía del hogar apropiándose y redistribuyendo la caza y la cosecha de su marido y yernos, los cuales viven y trabajan para la familia de su esposa hasta formar su propio hogar.

La educación se hace de una manera sutil y natural, sin obligaciones ni reprimendas. Los más jóvenes aprenden observando e imitando a los adultos según el sexo en sus diferentes tareas diarias, y asimilan las reglas morales y sociales escuchando los relatos y los mitos de los más ancianos, cuyas sanciones son la vergüenza y el rechazo de la comunidad.

Cerca de las casas, es frecuente descubrir pequeños templos o kuaijanokos construídos para venerar al gran a Jaburi (espíritu máximo). Allí se depositan las maracas sagradas y la fécula del moriche como ofrenda que se convertirá en yuruma para las fiestas rituales de Najanamu. Los warao le dan una gran importancia a lo sagrado. Como la mayoría de las etnias de América, el personaje más importante y más respetado de la comunidad es el chamán o piache. Es a la vez el curandero y el mediador entre el mundo real y el espiritual. Su iniciación es dura y sus conocimientos son inmensos, así como sus talentos de prestidigitador. Puede ser hombre pero también a veces mujer.

Los warao tienen la reputación de ser un pueblo alegre y festivo. Sus danzas únicas, sus cantos y su cultura musical forman un gran repertorio. Sus principales instrumentos son los de viento con lengüeta, el dau-kojo (hecho con el árbol de yagrumo), el najsemoi (de palma de moriche), el kariso (especie de flauta de pan) y el mujúsemoi (fabricado a partir del hueso de la tibia de un venado). Otros instrumentos son las maracas, el tambor de piel de araguato (mono aullador o alouatta seniculus) y el violín de origen européo.

 Pero los warao son también un pueblo en peligro, cuya ética y tradiciones se encuentran amenazadas por la explotación masiva, los políticos, la corrupción administrativa y una serie de funcionarios incompetentes. La utilización de los warao como mano de obra trabajadora, la introducción de salarios y principios criollos causan una suerte de desintegración cultural en su funcionamiento y organización tanto social como laboral.

Los warao siguen siendo un pueblo único. Su lengua no se parece a ninguna otra. La mezcla de su cultura vinculada a la ocupación de los caños se remonta a varios milenios, según su propia tradición oral. Este pueblo es como surgido de la historia sin otro orígen cultural que el suyo propio.

Descubra nuestro programa con los waraos, 3 días de aventura a favor de la corriente.

o

Para saber más sobre los Pemónes.

o

Volver al Menú Principal